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Dallas: Casos de ansiedad y depresión en niños en medio de la pandemia ya pasan factura

Visitas a emergencias por casos de salud mental entre niños de 5 a 11 años se incrementaron en 24%, detallan los CDC

Luego de 10 meses de una pandemia que ha trastocado la vida de las familias, los casos de ansiedad y depresión han aumentado entre niños y adolescentes, según revela un estudio y la evidencia andecdótica en el Norte de Texas lo corrobora.

El impacto de la pandemia entre los menores es algo que los padres pueden percibir en su día a día.

Este es el caso de Éricka Ventura, una madre de tres hijos, que un día con su familia optó por salir a comer en un restaurante. Su hija de 11 años empezó a llorar cuando vio a uno de los meseros no usaba el cubrebocas correctamente. Ventura cuenta que el mesero lo tenía colgado sobre su mejilla en lugar de cubrir boca y nariz.

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Ventura, quien vive cerca de Oak Cliff, empezó a notar este temor en su hija el mes pasado, alrededor del tiempo en que familiares conocidos se enfermaron con covid-19. Ventura contó que es posible que ella haya transmitido esa ansiedad sobre la pandemia a su hija, también. La hija la vio preocupada, y ella se preocupó también.

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“Si íbamos a un lugar cerrado, nos íbamos a contagiar, o si íbamos con mi familia allí daba por hecho de que teníamos una alta posibilidad de poder contagiarnos”, cuenta Ventura sobre los pensamientos de su hija.

Los miedos de la niña son válidos. Desde que se dio el primer brote de la pandemia en marzo pasado, se han dado millones de contagios en Estados Unidos, y lamentablemente cientos de miles de muertes a causa del virus.

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En el condado de Dallas, los casos de coronavirus siguen aumentando. El miércoles pasado fue el día más mortal de la pandemia en el condado cuando se reportaron 40 fallecidos. A eso se suma una nueva variante de coronavirus que ya llegó a la región y que ha creado más incertidumbre mientras que la vacuna aún llega a cuentagotas a los residentes.

Un estudio publicado en noviembre por parte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) destacó que durante los mediados de marzo a octubre, aumentó la proporción de niños que visitaron las salas de emergencias por razones relacionadas con la salud mental.

Entre los niños con edades de 5 a 11 años, había un incremento de 24%, y en adolescentes entre 12 y 17 años había un incremento de 31%, comparado con el año 2019. El reporte notó, no obstante, que estos números podrían estar inflados, debido a que los números de visitantes en departamentos de emergencia generalmente disminuyeron durante ese mismo periodo y puede haber también variación en la manera en que los departamentos de emergencia reportan su información. Pero, también indica que es importante monitorear la salud mental de los niños durante la pandemia.

María José Fernández, gerente de atención de salud conductual en el hospital Children’s Health.
María José Fernández, gerente de atención de salud conductual en el hospital Children’s Health.(Juan Pulido / CORTESÍA CHILDREN'S HEALTH)

María José Fernández, gerente de atención de salud conductual en el hospital Children’s Health, dice que síntomas y sentimientos como ansiedad, depresión y estrés son normales dado a las realidades que estamos viviendo.

“No pueden ver a sus amiguitos como antes”, dice Fernández. “Conocen a personas que están enfermas... están muy aburridas en sus casas, no saben qué hacer”.

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De acuerdo con los CDC, la ansiedad en los niños se ve cuando los miedos e inquietudes interfieran con su vida diaria, y cuando no pueden superar estos sentimientos. La depresión se ve cuando la tristeza y desesperación persisten en la vida de un niño.

Hay que estar atentos a síntomas como preocupación en exceso, tener dificultades en concentrarse y pensar, y agitación que pueden manifestarse en la ansiedad y depresión, de acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales que compartió Fernández.

“Lo mejor es siempre consultar con un terapeuta, psicólogo o psiquiatra ya que hay ciertos requisitos que se tienen que presentar para diagnosticar ya sea la ansiedad o la depresión”, dice Fernández.

Las clases virtuales afectaron

Blanca Hernández, una madre soltera de Mesquite que trabaja en cuidado de salud, dice que su hija Gizelle, de 7 años, tuvo momentos difíciles cuando las clases fueron totalmente virtuales. El hecho de que la niña no pudo socializar con sus compañeros le afectó, cuenta Hernández.

“Estaba más callada...más cerrada”, dice Hernández. “No estaba hablando mucho de cómo se estaba sintiendo. Me había dicho que horrible era, y que quería regresar a la escuela”.

Gizelle es hija única y Hernández, temerosa por su exposición con pacientes, la mandó a vivir con su hermana por alrededor de seis meses. Ahora que Gizelle ha regresado a las clases presenciales y con su madre, Hernández dice que está mucho mejor.

Fernández también ha escuchado que los niños tienen preocupaciones sobre sus padres: si van a ir a trabajar y la posibilidad de que se puedan enfermar.

Para Leticia Govea, una madre de cuatro hijos que reside en Bachman Lake, dijo que vio a su hijo Alan, quien ahora tiene 15 años, más preocupado cuando su padre dejó de trabajar por cinco semanas por precaución. Él trabaja en construcción y Leticia cuenta que nadie en el trabajo de su esposo estaba usando cubrebocas.

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Cuando su padre no estaba trabajando, Alan le decía a sus hermanos que ya no podían comer afuera, y que tenían que comer lo que había en casa. Se estaba preocupando por el estado de las finanzas de la familia.

“En las primeras semanas yo no detecté ese problema hasta la cuarta semana que mi esposo no estaba trabajando”, cuenta Leticia. “[Mi hijo] decía: ‘Ah, pues a lo mejor papá no tiene el dinero como para pagar la renta’”. Leticia dice que habló con su hijo, asegurándole que tenían lo suficiente ahorrado para pagar la renta y comer.

‘Si quieres llorar, llora...’

Cuando un niño está mostrando síntomas de estrés y ansiedad, primeramente es importante validar sus sentimientos y decirles que lo que están sintiendo es normal, para que no sientan que son los únicos que se están sintiendo así, cuenta Fernández.

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“Si queres llorar llora, si te sientes triste es normal”, dice Fernández. “¿Qué podemos hacer para que te sientas mejor?”

Fernández también sugiere que los padres traten de cambiar el enfoque y energía de los hijos en un tipo de actividad para que no se estén preocupando más de la cuenta.

“Escuchar música…[ver] películas...salir al jardín”, dice Fernandez. “Si estamos un poco limitados con lo que podemos hacer, pero eso no significa que no podamos hacer cosas en casa. Si quieren bailar, pues todos los días a bailar un ratito. Si quieren cocinar con sus papás, dependiendo la edad...hacer un proyecto de arte, una manualidad. Lo que sea, pero alguna actividad donde se sientan mejor”.

Mantener la comunicación también es importante. Cristina Imery, una licenciada clínica especializada de salud mental que trabaja en una escuela secundaria en el sur de Dallas, dice que si los padres no hablan con los hijos cuando ven que ellos están estresados o ansiosos, ellos pueden imaginarse que las cosas sean peores–– algo que puede causar más ansiedad. Ella sugiere que los padres tengan “conversaciones apropiadas dependiendo del desarrollo [de los niños]”.

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Fernández dice que los padres pueden empezar estas conversaciones con identificar dónde está el conocimiento de los hijos sobre un tema, ya sea la pandemia o el clima político hoy en día.

“Nosotros como adultos pensamos en una manera, y los niños piensan de otro”, explica Fernandez. “Tenemos que bajar al nivel del niño y decir: ‘Pues qué opinas tú, o qué piensas tú, o que has escuchado tú?’ Llevar la conversación al nivel del niño”.

Y también dice que es importante mantenerse al tanto de los comportamientos de los niños. Dependiendo de la edad, tal vez no pueden expresar lo que están sintiendo con palabras, pero sus comportamientos sí pueden decir mucho.

“Si cambian los patrones de comer y dormir… si los vemos que están permaneciendo mucho tiempo en su cuarto, si los vemos que no se quieren despegar de nosotros, si se enojan mucho o de repente, o están más agresivos”, explica Fernández. “Empiezan hacer cosas que harían los bebés por ejemplo. Hay que estar pendientes si antes tenían buenas calificaciones y ahora ya no. Estos son comportamientos que nos dicen a nosotros que algo está pasando con ellos”.

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Cuándo ver a los especialistas

Fernández recomienda que un padre lleve a su hijo a un especialista cuando ve que ha cambiado mucho en su comportamiento. Por ejemplo, cuando ya no tiene interés o ganas de hacer nada, no quiere salir de su cuarto, “o cualquier otra cosa que no sea lo normal para su hijo”.

Cuando un padre ve que la situación es grave, es entonces cuando deben de llevar a su hijo al hospital para una evaluación. “Si su hijo le está diciendo que quiere lastimarse de alguna manera, quitarse la vida, que ya no quiere estar aquí o que quiere lastimar a alguien más”, dice Fernández.

Si es que los padres ven que la situación es grave y no saben a quién llamar, pueden contactar a La Línea directa de Prevención del Suicido al 1-888-628-9454. El sitio de Prevención del Suicido en Texas también tiene recursos, incluyendo publicaciones y estudios con información para padres.