Durante la celebración del Día de Muertos en México, el 2 de noviembre, las ofrendas tienen un papel destacado, pues a través de ellas las personas recuerdan a los seres queridos fallecidos y comparten lo que les gustaba en vida. Las calaveritas de azúcar son típicas durante esta festividad y fungen como un símbolo representativo del significado de tal tradición.
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Antes de la llegada de los españoles, ya era una tradición colocarlas, pues se creía que los difuntos volvían a sus hogares para convivir con sus familiares y disfrutar los alimentos que les prepararon.
Aunque el origen de la tradición es desconocido, se cree que escribir el nombre de la persona a quien se regala la calavera tiene como propósito recordarle que, en este mundo, lo único seguro es la muerte. También existen las calaveritas literarias, pero no son tan dulces ni tan antiguas como estas.
Los historiadores creen que los indígenas las hacían de amaranto y miel.
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Mucho después se incorporaron a las ofrendas las calaveras hechas de azúcar, cuando el ingrediente llegó de Europa.
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A mediados del siglo 19 en varias plazas de la Ciudad de México apareció la venta de calaveritas sobre mesas cubiertas con manteles, previo al 1 y 2 de noviembre, pero desde finales del siglo 18, familias ricas las mandaban elaborar para regalarlas con el nombre de las personas que las recibían. Es una forma de recordar al humano que va a morir, relató el historiador José Hernández.
El investigador cuenta que desde esa época, durante la mayor parte del año dulceros tradicionales se dedicaban a crear figuras de alfeñique como gallinas, ovejas o comida, pero al acercarse el Día de Muertos, hacían las típicas calaveritas.
Esa costumbre se extendió en otras partes del país y sigue vigente hasta ahora.
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Con sus ojos de lentejuela y coloridos diseños en su contorno, las calaveritas de azúcar se unen al festejo del Día de Muertos. Actualmente, los llamativos cráneos de azúcar que se disponen en los altares, también se ven ahora incluso de chocolate y, sin duda, son un detalle que enriquecen la temporada y la tradición.
