Con orígenes en el siglo XV, en Europa, la nigromancia es la práctica de la adivinación a través de los muertos y sus espíritus. En otras palabras, un nigromante puede ser un espiritista o un médium, aunque en su significado la palabra también se refiere a las personas que practican la magia negra.
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El origen etimológico de la palabra viene originalmente de los vocablos griegos nekros, que significa muerto y manteia, que es adivinación. La palabra pasó al latín como necromantia, y se vio alterada por la raíz niger (negro), de acuerdo con la Real Academia Española. Coloquialmente, según el propio diccionario, se relaciona a la nigromancia con la magia negra.
Según explica el diccionario Merriam-Webster, el origen de la palabra en Europa fue en el siglo XV, para hacer referencia a la invocación de espíritus de los muertos para revelar el futuro o influir el curso de eventos. Sin embargo, la práctica de comunicación con los espíritus de los fallecidos es algo con lo que la humanidad está obsesionada desde siempre.
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En México
Al acercarse el Día de Muertos, mucha gente habla y usa la palabra nigromante, pero el vocablo en México también puede referirse al nombre de un pueblo, al de una escuela y al pseudónimo de un periodista y pensador.
El Nigromante es un poblado ubicado en el municipio de Pinos, en el sureste del estado mexicano de Zacatecas. Asimismo, así se conoce a una escuela primaria en Irapuato, estado de Guanajuato. En ese mismo estado, pero hace más de 200 años, nació Juan Ignacio Ramírez Calzada, pensador y orador político liberal quien firmaba sus comentarios en publicaciones periodísticas bajo el pseudónimo de “El nigromante”.
Ramírez se dio a conocer por una polémica tesis en la que afirmó que “No hay Dios; los seres de la Naturaleza se sostienen por sí mismos”. Ramírez era un abogado defensor del estado, llegó a ser diputado por Sinaloa y Ministro de Justicia del gobierno de Benito Juárez, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México.